lunes, 15 de abril de 2013

Un cumpleaños Feliz, Barranquilla

Los barranquilleros celebran hoy doscientos años de que fuera erigido en Villa el poblado formado desde el siglo XVII, en la margen occidental del río Magdalena, pocos kilómetros antes de su desembocadura en bocas de Ceniza. Ha pasado, literalmente, mucha agua desde ese entonces y los colombianos festejan como suyo el aniversario de una ciudad próspera, alegre y tolerante, en la que se funden las más variadas razas y culturas.
Barranquilla no fue fundada por voluntad de un conquistador español, sino por el espontáneo concurso de un grupo de colonos. Eso quizás marcó el espíritu emprendedor que, desde un comienzo, caracteriza a esta urbe industrial y comercial, que vivió su edad dorada en la primera mitad del siglo XX y que decayó después, a consecuencia de medidas proteccionistas que ahogaron el comercio internacional, clave para el puerto.
Fueron décadas de postración económica, mezcladas con uno de los mayores saqueos continuos cometidos en el país por políticos corruptos. Durante largo tiempo, muchas cosas funcionaron mal en la capital del Atlántico, desde el servicio de agua, hasta la transparencia de sus servidores.
Sin embargo, gracias a la persistencia de una clase empresarial comprometida con la ciudad, las cosas empezaron a cambiar. El punto de inflexión llegó en el 2008, con el arribo a la administración municipal de Alejandro Char, un joven y vigoroso dirigente que barrió de un plumazo con onerosas concesiones entregadas a firmas apadrinadas por paramilitares, redujo drásticamente la burocracia, recuperó la confianza de los contribuyentes y de la banca y, gracias a ello, emprendió un ambicioso plan de obras, que incluyó pavimentar centenares de kilómetros-carril en los barrios más pobres y abrir importantes avenidas.
Frente fundamental fue la transformación del sistema de salud, que era uno de los peores del país y hoy es modelo tanto en cobertura como en calidad. Se trata de un caso de éxito que merece atención ahora que se debate la reforma de la Ley 100. Mientras en Bogotá los enfermos de menos recursos esperan muchas horas para ser atendidos, en Barranquilla, los usuarios del régimen subsidiado reciben una atención inmediata, tan buena o mejor que la que brindan las clínicas privadas.
Algo similar sucede con la revolución que se dio en el campo educativo. Un centenar de colegios públicos fueron construidos o recuperados de la ruina. En forma paralela, los profesores mejoraron su nivel y se ha impuesto el bilingüismo, con lo cual no solo aumentó la cobertura, hoy cercana al 100 por ciento, sino la calidad, tal como lo refrendan las pruebas oficiales.
Dicha labor tuvo afortunada continuidad cuando la economista Elsa Noguera, quien fue secretaria de Hacienda y luego su consejera en asuntos sociales en la pasada administración, ganó las elecciones en el 2011. La alcaldesa ha mantenido el impulso de las obras, lo mismo que el énfasis en salud, educación y atención a los más pobres. Además, sacó adelante proyectos que tendrán honda repercusión en la Barranquilla del futuro, como la avenida del Río y el malecón, ya casi listos, que impulsarán un emprendimiento urbano de cerca de cien hectáreas en el área de La Loma, destinadas a vivienda, comercio y hotelería.

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